Violaron desde lo más profundo mi idea de andar en moto, incluso pensé en venderla después de lo que sucedió en el Cotopaxi.
Yo siempre he pensado que la moto es la expresión más grande de la autonomía, es un vehículo para uno y responde a las necesidades de UN individuo y además te lleva a todas partes y en teoría puede llegar a cualquier lado, y lo hemos comprobado, No road, no problem. Pero al subir al Cotopaxi, por una trocha de una hora que aflojó varios tornillos, llegamos a una portería por la que pasaban todo tipo de vehículos, pero constatamos gracias un “amable” servidor publico ecuatoriano, que era prohibido el ingreso de motos, gracias a unos argumentos que pronunció en lengua muerta, luego de lo cual se volteó y se fue, dejándonos muy lejos del Cotopaxi. Razón por la cual la foto parece con una postal gigante atrás. Pero de ahora en adelante voy a decir que fui al Cotopaxi, porque allí puede que no vuelva.
Luego de este impase, fuimos a la casa de Michele Thorin, en una casa hermosa ubicada en pleno cañón. El compuso la tarde con una gran trucha que había sido pescada ese mañana en un lago cercano.
ENTREVISTA TERRA COLOMBIA
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