Ser turista parece un trabajo rentable en todos los países. Así que hoy decidimos ponernos a trabajar y nos dimos un borondo por el lago Titicaca, pagamos la tarifa completa, oímos con atención al guía y compramos artesanías a precios inflados, nos tomamos fotos con los presuntos indígenas y aplaudimos al final del tour.
Soy un turista certificado.
Logramos huir de la emboscada que nos había hecho Puno y su lago, emprendiendo la retirada por el lado sur rumbo a Arequipa. El último día de sierra fue adornado por lagos, y paisajes increíbles, que de nuevo, no tiene sentido retratar.
El evento más importante del día fue la primera caída de la travesía, sin consecuencias afortunadamente. Protagonizada por el piloto azul, dueño de todos los percances, a 35 kilómetros de la cuidad de Arequipa, Gerardo derrapó en exceso en una curva dibujada con arena, perdiendo tracción el la llanta trasera y precipitándose al suelo sin más ni más.
El incidente no cobró ninguna consecuencia, pues el equipo protegió de cualquier raspón, y la moto también se en trinchero en los protectores metálicos, permitiendo que la aventura se reiniciara luego de un cigarrillo para recuperar el habla.
Tan dulce como suena, así es. Arequipa es una melcocha (En castellano), podría empalagarme de su color, de su temperatura, de su onda.
1 comentario:
Nunca turista...siempre viajero.
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