El silencio de Mendoza no tiene precio. Es difícil decir con certeza cual fue la fuente del ruido durante todo viaje, pero justo en Mendoza se detuvo.
Mendoza fue amable, y la bienvenida estuvo a cargo de un club de motos, que al divisar las naves atracando el puerto, nos invitaron a escuchar el ruido de la noche mendocina.
Caminamos por la ciudad sin rumbo, durante los tres días que dormimos escuchando su callado forma de hablar. Estuvimos en sus parques, en su parquecitos, en sus bares y en los cafés, tomamos de su vino, tomamos todo lo que pudimos, tomamos del vino que sirven en casa.
ENTREVISTA TERRA COLOMBIA
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